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16/4/08

Entre las grietas

“Siempre creí que las cosas que uno no elige te convierten en lo que eres. La ciudad, el barrio, la familia. Aquí la gente siente orgullo por estas cosas, como si fueran logros. Los cuerpos que recubren sus almas, las ciudades que los envuelven. Viví en este barrio toda mi vida, como la mayoría de esta gente. Cuando uno trabaja buscando a personas desaparecidas es útil saber de dónde vienen. Yo encuentro a las personas que nacieron en las grietas y luego cayeron dentro.
La ciudad puede ser dura. De joven le pregunté a mi párroco cómo se llegaba al cielo sin dejar de tener cuidado con todos los males del mundo. Me contó lo que Dios le dijo a sus hijos: ‘Sois ovejas entre lobos; sed prudentes como las serpientes pero inocentes como las palomas”.

Gone Baby Gone (Ben Affleck, 2007)

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Mi fe se ha quebrado


Durante años he mantenido y defendido la necesidad social de los medios de comunicación de titularidad pública. Lo he hecho porque creo que tienen un papel que cumplir, especialmente en el marco de un sistema audiovisual muy diversificado en el que las reglas de la competencia dejan muy escaso margen a los contenidos de calidad más allá del entretenimiento y las producciones de ficción. Tanto lo he creído que, siempre que se ha planteado la cuestión, he apostado por la (impopular) solución de unos medios sin publicidad, libres de tener que rendir cuentas a los vaivenes de la audiencia y financiados directamente a través de los presupuestos. Mi fe, sin embargo, se ha quebrado. Definitivamente.

La causa de mi descreimiento tiene mucho que ver con los partidos políticos y la experiencia del cambio de gobierno en Galicia. Los quince años de dominación del PP sobre la radio y la televisión autonómicas no enseñaron nada al PSdeG y al BNG (o quizá enseñaron demasiado). El resultado es que entre unos y otros han demostrado que no hay esperanza para unos medios sometidos a un férreo control político e ideológico. Unos medios que siguen sin entender cuál es su papel en una sociedad necesitada de contenidos audiovisuales alternativos. Unos medios que deberían tener prohibido reproducir las prácticas más perversas de sus homólogos privados.
A estas alturas, ya sólo queda el argumento de la normalización lingüística para justificar el derroche de dinero y energía que conlleva mantener en pie la Compañía de Radio Televisión de Galicia (CRTVG). Pero ya ni eso se sostiene, especialmente cuando está en manos de la administración la posibilidad de condicionar al uso del gallego la concesión de canales de televisión digital terrestre.
La gota que colma el vaso, la madre de todas las transgresiones, la última burla de todo lo que debe ser y representar la responsabilidad social de los medios públicos es esa especie de remedo enxebre del tomate que presenta superpiñeiro cada tarde en TVG. Tengo amigos (buenos amigos) que trabajan en la televisión y la radio públicas, que son grandes profesionales, creen en el modelo y no se lo merecen pero, lo siento, yo he dejado de creer.
Privaticemos CRTVG. Y pongamos punto y final a tanto despropósito.

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10/4/08

Los viejos enemigos

Hillary Clinton decidió que el acceso igualitario a la atención medica sería su principal prioridad. "Cobertura universal ahora", decía. "No importará dónde trabajas, si trabajas o si tienes enfermedades preexistentes". "Que la salud sea un derecho inalienable", decía.
La industria de la salud gastó más de 1oo millones de dólares en desbaratar el Plan de Salud de Hillary. Y lo lograron (...). Durante los siete años siguientes que Hillary Clinton pasó en la Casa Blanca no le permitieron volver a mencionarlo. Pasó una década y media y Estados Unidos todavía no contaba con un sistema de salud universal. El país bajó al puesto 37º en el ranking de atención médica de todo el mundo, apenas por encima de Eslovenia (...). 
La industria de la salud comenzó el siglo XXI sin ningún tipo de control. Su mayor logro fue comprar el Congreso de los Estados Unidos. Incluso lograron sobornar a los viejos enemigos: Hillary fue recompensada por su silencio; se convirtió en la segunda senadora que más dinero recibió en contribuciones de la industria de la salud.

Sicko (Michael Moore, 2007)

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9/4/08

Hace un mes

Hoy se cumple un mes desde la celebración de las elecciones generales. Atrás quedan el ruido, las interpretaciones apresuradas, los mensajes interesados, los juicios a partir de las expectativas que siempre tienden a la deformación. Cuatro semanas después ha habido tiempo para ganar cierta perspectiva y poner a cada uno en su sitio. Ya no queda neblina y cada vez hay menos sitio donde esconderse. Veamos dónde están los protagonistas gallegos del 9-M.

Partido Popular. La formación mayoritaria en Galicia celebró la jornada electoral como una victoria, pero la realidad no ha tardado en imponerse. Sólo adoptando la estrategia del avestruz es posible no ver que la nave de los conservadores hace agua y se dirige inexorablemente hacia la pérdida del liderazgo político. Alberto Núñez Feijóo lo sabe, estoy seguro, pero atrapado entre la pared de un grupo parlamentario en el que no se reconoce (fue diseñado para estar en el Gobierno y no para hacer oposición) y la espada de la estrategia de una extrema derecha incompatible con el galleguismo de la herencia fraguiana, al líder del PP gallego le quedaban pocas opciones. Todas eran difíciles. Pero la que él ha elegido es la más improbable: esperar a que las contradicciones entre el PSdeG y el BNG y la desaceleración económica provoquen espontáneamente su caída y fuercen el regreso del PP al Gobierno de la Xunta. Mientras espera, ha perdido los ayuntamientos, la Fegamp y una diputación provincial y se enfrenta a una crisis de liderazgo en el PP español a punto de transformarse en una guerra interna de consecuencias impredecibles. Nada de eso va a ayudar a Feijóo en las elecciones.


Partido dos Socialistas de Galicia. Uno de los rasgos más sorprendentes del PSdeG describe al mismo tiempo su principal debilidad: va camino de convertirse en el partido más votado con la estructura partidaria más raquítica de Galicia. Hay dos factores que pueden explicarlo: la rentabilidad del efecto Zapatero, que funcionó en 2004 y volvió a hacerlo hace un mes, y la capacidad de Emilio Pérez Touriño de sacar partido a su protagonismo al frente de la Xunta. Ambos elementos, y probablemente la orfandad de una amplio sector social ideológicamente indefinido y tradicionalmente identificado con las redes clientelares del poder, ha determinado una interesante novedad: el PSdeG lleva 11 años recuperando apoyo social (tocó fondo en 1997, superado por el BNG y abandonado a su suerte por Francisco Vázquez) pero ahora, por primera vez, no crece a costa del nacionalismo, sino del PP. Ese hecho va a dar alas a los partidarios de desdibujar las políticas de izquierdas, convencidos de que es posible incrementar el respaldo político por la derecha. El congreso de los socialistas gallegos, previsto para después del verano, dará pistas al respecto.

BNG. Los peores augurios no se han cumplido. El nacionalismo recupera posiciones por primera vez en siete años y da la razón a los partidarios de convertir a Anxo Quintana y su política de aggiornamento socialdemócrata en la piedra angular del posbeirismo. El Bloque afronta en muy buenas condiciones el año que falta para las elecciones y está en condiciones de explotar al máximo los dos diputados que tiene en el Congreso (en combinación con un PNV en horas bajas van a permitir a los nacionalistas hacerse valor como nunca en la escena estatal). El veredicto de las urnas desalienta además la disidencia interna y garantiza el apoyo de Francisco Rodríguez, el secretario general de la UPG, que sigue estando en el centro del engranaje político del nacionalismo gallego a pesar de haber abandonado el puesto de portavoz en Madrid.

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2/4/08

Por el boicot


Nadie va a hacer nada a menos que todo el mundo haga algo. Más información en Amnistía Internacional, Reporteros sin Fronteras y Avaaz.org.

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